El desván de Tía Carol

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+12 años

Dificultad: 5/10

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La tía Carol, una pariente lejana afincada en Chile, falleció hace unos años pero nadie reclamó sus pertenencias. Alguien os ha declarado herederos y las pocas pertenencias que quedaban en su desván están en vuestras manos.

Se dice que vuestra tía Carol tenía una gran fortuna, pero nadie dio con ella. ¿Quién sabe?, quizá la encontréis vosotros…

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1 valoración en El desván de Tía Carol

  1. 5 de 5

    Daniel Espinosa (Cementerio de Noticias)

    Tres candados custodian otros tantos recipientes (no conviene desvelar ningún detalle más al respecto para mantener intacto el factor sorpresa) que, a su vez, albergan multitud de secretos, conformando una trama muy bien definida (sencilla pero efectiva sin confusiones ni desvaríos argumentales) que reclama (y absorbe sin remedio) la atención del respetable desde las propias instrucciones (en las que se especifica que las pistas complementarias se dividen en tres categorías según su nivel de revelación antes de brindarse la solución explícita a cada uno de los enigmas); es menester deshacerse en elogios respecto a la vertiente artesanal, y es que los materiales con los que están fabricados los componentes son de una calidad tal que tras el disfrute no sería de extrañar que más de uno los guardara como piezas de coleccionista, luciendo realmente espléndidos (haciendo alusión expresa a la serie «La maldición de Bly manor») en su gloriosa totalidad.

    A lo largo de la partida (el certero tiempo estimado es de cuarenta y cinco minutos a noventa) los incentivos abundan (los descubrimientos son constantes para que el tedio no haga acto de presencia en ningún instante) con desafíos de todo tipo (coordenadas, encriptaciones, engranajes, estenografías, fichas, lenguajes, mediciones, numeraciones, piezas, simbologías, tarjetas, tipografías y otras sorpresas entre las que destaca la final) que deben ser resueltos para desbloquear sus respectivos contenedores (bolsas, cajas, cartas, cerraduras, cofres y monederos entre otros); la célebre frase de Louis Pasteur que decía “la fortuna juega a favor de una mente preparada” se hace valer magníficamente, dotándola aquí de un doble significado (el metafórico y el tangible) en el que la observación es primordial para el exitoso desenlace, pues de agudizarla óptimamente (junto a una organización excelsa) es probable que no se necesite consultar ayuda alguna y que la satisfacción sea mayor.

    Obviando el hecho de que la inmersión es subjetiva (la reproducción de un tema lograría subsanar dicho aspecto grata e inmediatamente) y de que la abundancia de material es importante (al principio abruma disponer de tantos elementos al unísono y el devenir no es lineal siempre), la aventura apasiona al no mostrar fisuras, siendo más que aconsejable su adquisición; el envidiable e infinito talento de urdir una obra totalmente diferente no solo a las del resto del mercado sino a la primera que vio la luz bajo el presente sello (es complicado dilucidar si es más meritorio tratar de distanciarse de todo tipicismo o reinventarse uno mismo) hace que tanto principiantes (el nivel estimado se sitúa en cinco sobre diez) como expertos (a pesar de dicha apreciación aquellos más osados pueden imponerse no consultar pista alguna) disfruten de un inmejorable tiempo (cada cual dedicará uno sin la atosigante e incesante presión del clásico cronómetro) para exprimir las neuronas.

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